En estos duros  días de #huelgaverde, de protesta, de manifestación y, cómo no, de  tristeza por los continuos insultos y ataques que estamos recibiendo quienes  amamos la enseñanza pública, también estamos  fortaleciendo una alianza esencial para que la educación triunfe: la establecida  entre padres, profesores y alumnos, cada día más fuerte y cohesionada  -paradójicamente- gracias a la brutalidad -y la ceguera- de quienes deberían  saber escucharnos.
Y en este proceso, complejo y lleno de momentos realmente ingratos, resulta hermoso poder enorgullecerse de nuestros alumnos -y de nuestro trabajo-, comprobar su implicación en esta lucha y, sobre todo, ver cómo la escuela pública forma justo lo que más temen los poderes que aman el oscurantismo: ciudadanos críticos, futuros adultos capaces de pelear con autonomía por su futuro y que se niegan a ser aborregados y hacinados en aulas en condiciones indignas.
Por eso, cuando recibí ayer este e-mail de una alumna de un instituto de Getafe -a la que nunca he dado clase y que contactó conmigo a través de este mismo blog- me emocionó tanto leer lo que en él me contaba. Porque sus palabras son la crónica en primera persona de las verdaderas víctimas de estos recortes: los alumnos, víctimas del robo de esos millones de euros que se nos quitan a la pública y se regalan (no dejen de ver este esclarecedor ejemplo si tienen dudas) a la escuela privada.
Así que hoy, como homenaje a todos los alumnos de la pública, a todos los chicos y chicas que han llenado e inundado Madrid con sus pancartas creativas, con su entusiasmo por el futuro, con su fuerza crítica y con sus camisetas verdes, publico íntegro el texto de esa carta. El relato de una alumna de 1º de Bachillerato que resume, línea por línea, la realidad que hoy aqueja a nuestras aulas. Esas de las que nuestros estudiantes son -y han de ser siempre- los verdaderos protagonistas.
Y en este proceso, complejo y lleno de momentos realmente ingratos, resulta hermoso poder enorgullecerse de nuestros alumnos -y de nuestro trabajo-, comprobar su implicación en esta lucha y, sobre todo, ver cómo la escuela pública forma justo lo que más temen los poderes que aman el oscurantismo: ciudadanos críticos, futuros adultos capaces de pelear con autonomía por su futuro y que se niegan a ser aborregados y hacinados en aulas en condiciones indignas.
Por eso, cuando recibí ayer este e-mail de una alumna de un instituto de Getafe -a la que nunca he dado clase y que contactó conmigo a través de este mismo blog- me emocionó tanto leer lo que en él me contaba. Porque sus palabras son la crónica en primera persona de las verdaderas víctimas de estos recortes: los alumnos, víctimas del robo de esos millones de euros que se nos quitan a la pública y se regalan (no dejen de ver este esclarecedor ejemplo si tienen dudas) a la escuela privada.
Así que hoy, como homenaje a todos los alumnos de la pública, a todos los chicos y chicas que han llenado e inundado Madrid con sus pancartas creativas, con su entusiasmo por el futuro, con su fuerza crítica y con sus camisetas verdes, publico íntegro el texto de esa carta. El relato de una alumna de 1º de Bachillerato que resume, línea por línea, la realidad que hoy aqueja a nuestras aulas. Esas de las que nuestros estudiantes son -y han de ser siempre- los verdaderos protagonistas.
CARTA ABIERTA DE UNA ALUMNA DE 1º BACHILLERATO
 Estos días  han circulado por internet multitud de cartas abiertas de profesores tratando de  explicar que no son dos horas, que no son ellos los más perjudicados. Que somos  nosotros. Me indigna ver cómo todo su esfuerzo no sirve para nada en cuanto  algún político deja caer frente a los medios que son unos vagos y que sus  protestas se deben a esas dos horas que no dejan de mencionar. Nos manipulan  como quieren, sus medias verdades aparecen en las primeras planas de sus  periódicos mientras los hechos, las cifras objetivas, quedan sepultadas bajo sus  artimañas electorales. 
  Así que me gustaría compartir mi versión como alumna de  secundaria de la escuela pública. No creo en partidos políticos ni me  importa a quién le bajen el sueldo o le suban dos horas, me importa mi futuro y  el de mi generación. 
  Hace una semana que comencé 1º de Bachillerato en un  instituto de Getafe. No es una mala zona, no hay mucha pobreza y sé que  debo considerarme afortunada. No puedo imaginar cómo está la situación en otros  institutos de zonas más pobres aquí mismo, en Getafe. No sé si creerme las cosas  que me cuentan sobre más de 40 alumnos hacinados en aulas sin material, con  profesores más preocupados por salir vivos del aula que por conseguir un buen  nivel. 
  En el mío  somos 30, 37 y 33 alumnos de 1º de Bachillerato en las 3 clases. Pensábamos que  habría 4 clases, porque hay cuatro opciones de Bachillerato, pero las letras  puras (Griego y Latín) han sido desterradas. La  profesora de Latín nos decía que estaban protegidas por ley, así que no  entiendo cómo ella, junto con mis compañeros que  querían estudiarlas, se han tenido que marchar del instituto. 
  Esta semana  no hemos dado prácticamente clases útiles, mi instituto está sumido en el caos.  Hemos cambiado de tutor un par de veces por los  desajustes en los horarios. Al no haber clase de tutoría no hemos podido elegir  delegado, el que se encarga de cerrar el aula con llave durante los  recreos, por lo que debemos llevar siempre encima la mochila para evitar los  robos. No hay profesores de guardia para vigilar  a los alumnos que están solos cuando algún profesor falta, ni siquiera a  los más pequeños, recién llegados a secundaria. Los horarios son provisionales, cualquier nuevo  cambio ordenado desde la Administración trastoca las clases de todos y exige  rehacer toda la organización.
  Tengo tres profesores, de lengua, mates e inglés, que  en realidad son "medios" profesores. Trabajarán media jornada en mi  instituto y la otra media en otro, aunque el descontrol es tal que todavía no  han mandado ninguno desde la Administración. Mientras tanto estamos parados durante estas tres  horas, o a veces nos juntan en el aula grande a los tres bachilleratos (los 100  alumnos) con un solo profesor para que no perdamos el tiempo. Ni siquiera sabemos en qué grupo de matemáticas  estaremos porque los profesores no pueden ponerse de acuerdo en qué sistema usar  para dividir los grupos hasta que llegue el que falta. ¿Que tenemos peor nivel  que la privada? ¿Acaso creen que en la privada se pierden tantas horas de clase  por temas así, que tienen el mismo material, la misma treintena de alumnos por  clase? 
  Los 'desdobles' de las únicas dos optativas que el  instituto ha podido ofertar tienen, de nuevo, 30 alumnos por desdoble, incluida  Ampliación de inglés oral. ¿Qué tal creen ustedes que funciona una clase  de inglés oral con 30 alumnos? Tenemos oportunidad de hablar 1 minuto y medio  cada alumno. 
  Me indignan  las mentiras descaradas de Aguirre. Sí que ha  habido recortes, lo notamos todos los alumnos, la precariedad y el descontrol  generado por la falta de profesores. Todos están dando más de lo que  pueden y aun así no es suficiente, no dan abasto con tanto por hacer en pleno  inicio de curso escolar y tan pocos recursos.
  Mis  profesores no trabajan 20 horas. Nos dan 20 horas de clase y luego nos vigilan  en el recreo, dan clases de apoyo, se encargan de cubrir las faltas de otros  profesores, preparan las clases siguientes. Responden las dudas después de la  hora de salida, se quedan ayudando a los alumnos que van peor en sus horas  libres. Nos llevan a excursiones, a campeonatos de matemáticas, a concursos de  poesía. Llegan los lunes a primera hora con ojeras de haberse quedado de  madrugada corrigiendo. Les he visto en la manifestación hoy mismo, junto a sus  alumnos, luchando por nuestro futuro. A pesar de todo el caos, las horas  perdidas, la falta de material, ellos siguen siempre al pie del cañón, con su  pizarra vieja y sus tizas (no todos tenemos la suerte de tener las pizarras  digitales de la privada). 
  Estoy orgullosa de mi instituto y  de mis profesores, que me han enseñado a no rendirme y a luchar por mi  futuro. Gracias a la escuela pública este  año pude optar al Bachillerato de Excelencia en el San Mateo (quedé entre  los 50 mejores del examen para el premio extraordinario de la ESO, aunque por  supuesto no gané: nadie de la zona sur ganó), pero he decidido seguir en mi instituto público sin  presupuesto, que es el que ha hecho que quedase entre esos 50 mejores.  
  Así que no me voy a callar mientras  nos arrebatan la educación pública y nos condenan a una sociedad de clases sin  posibilidad de ascender. Si los ricos son los únicos con acceso a  educación, los pobres siempre seguirán siendo pobres, eso aprendemos en clase de  historia. Tal vez unos cuantos políticos deberían dejarse de propaganda y  trapicheos y volver a la escuela a estudiar el Antiguo Régimen, las revoluciones  y el movimiento obrero, antes de repetir los mismos errores del pasado. 
  M. L. G.
  Una alumna  del IES José Hierro
 
 
 
 
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