miércoles, 12 de octubre de 2011

Podemos ganar

Algunas ideas sobre estrategia para la lucha por la educación pública

Agustín Moreno Profesor de Secundaria en Vallecas y miembro de CCOO
www.rebelion.org

Las Instrucciones de la consejería de educación de la Comunidad de Madrid
para el curso 2011-2012 suponen un aumento de la jornada lectiva del
profesorado de secundaria de la enseñanza pública de 2 horas semanales (80
lectivas más al año, con la preparación y las correcciones y con otros 30
alumnos más), dejar en la calle a unos 3.000 profesores/as interinos, el
desplazamiento de centenares de funcionarios como consecuencia de lo
anterior, y el debilitamiento de las tutorías de grupo que vienen
funcionando muy racionalmente en los institutos.

Todas estas medidas son un ataque a los servicios públicos y se sitúan en
la línea privatizadora que mantiene el gobierno de Esperanza Aguirre desde
hace años (privatización de la educación infantil, desmantelamiento de la
formación, ataques a los Equipos de Orientación, Escuelas de Adultos,
Aulas de Enlace …) y golpea al profesorado, figura básica en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. El resultado, de imponerse las instrucciones, sería
un deterioro en la calidad educativa, un aumento del fracaso escolar y un
retroceso del espacio de la educación pública.

Dicen que las medidas son para ahorrar, pero no es cierto que no haya
dinero. Se lo gastan en otras cosas por una decisión política e
ideológica. Por ejemplo, sí hay dinero para que se desgraven del IRPF 90
millones de euros las familias que llevan a sus hijos a la privada; para
aumentar los recursos económicos y dar un trato privilegiado a los centros
concertados; se derrocha en la JMJ y en la aventura de los Juegos
Olímpicos; se pretende crear una policía autonómica como guardia de corps
de Esperanza Aguirre, tan innecesaria como mantener el medio de
desinformación masiva que es Telemadrid.

Ante el ataque el profesorado empezó a movilizarse este mismo verano y
tras las masivas asambleas de julio en los IES Beatriz Galindo y San
Isidro, el 31 de agosto se celebró una gran asamblea del profesorado en el
auditorio Marcelino Camacho de CCOO. He dejado pasar 24 horas para
valorarla más objetivamente y tras una primera toma de contacto con mi
instituto el primer día de exámenes de septiembre, me atrevo a escribir
estas notas, que algunas compañeras y compañeros me pidieron que hiciera
al final de la asamblea.

Creo que la asamblea tuvo varios aspectos muy positivos, la gran
asistencia (éramos más de 2000 profesoras y profesores, entre las
asambleas de dentro y de la calle) y la gran determinación y combatividad
entre los asistentes. También la repercusión en los medios, que no pueden
ignorar el conflicto. Pero hay que decir que nos dejó mal sabor de boca
que no estuviéramos todos juntos, la reiteración de actitudes que
rescataban viejos demonios antisindicales y que impedían sumar y actuar
con confianza entre todos, y el tumultuoso cierre que a profesionales como
nosotros nos podría recordar una clase mal llevada, con muchos niños
sobrados e indisciplinados. Se concluyó con los aspectos de mínimos que
más o menos fuimos capaces de concretar: llevar el debate y la consulta a
los centros, nueva asamblea y afinar en el argumentario para ganar apoyos
entre el profesorado y en la sociedad.

Sinceramente vi un gran espíritu de lucha en la mayoría del profesorado
asistente y determinación en los sindicatos de convocar movilizaciones,
algo que me alegra y que hay que reforzar, sin decirles a cada rato: nos
vais a traicionar, algo que en estos momentos me parece injusto, gratuito,
nos debilita y contribuye a crear un pésimo clima entre todos los que
tenemos que defender a la educación pública. Por ello plantee que tenemos
la obligación de hablar muy claro, sin regalarnos los oídos, porque esta
es una lucha que no podemos perder. Y que se tenían que dar tres
condiciones para afrontar con garantías de éxito la batalla contra este
brutal ataque a la enseñanza pública secundaria de la CAM y en defensa de
toda la escuela pública: firmeza, unidad e inteligencia.

1. Firmeza: la movilización tiene que estar a la altura de la agresión

Empezando por la firmeza en el rechazo de los recortes y que sea
explicitada por el profesorado directamente afectado. La escuela pública
de la CAM ya sufrió el curso pasado una disminución de sus plantillas del
orden de los 2.000 profesores/as, suprimiéndose desdobles, reduciéndose la
atención a la diversidad, aumentando la jornada en algunos casos y
reduciéndose el tiempo para tutorías y jefaturas de departamento. Las
nuevas instrucciones profundizan en el terreno de la agresión a la
enseñanza pública y nadie que no mienta puede decir que la calidad
educativa no se va a resentir si en dos años desaparecen de las aulas más
de 5.000 profesores/as para el mismo volumen de alumnado.

Firmeza para situar como objetivos básicos e irrenunciables la exigencia
de negociación y consulta con el profesorado de toda medida que le afecte,
así como la retirada de las instrucciones, evitando la táctica de la
consejería del regateo para dejar el recorte de plantillas del 10-12% en
el 8-10% o darnos pequeñas propinas económicas y que encima parezca que
nos hace un favor. Tiene que haber un conflicto y éste debe de ser
proporcional al nivel de la agresión. Frente a ella, es evidente que no
vale un día de huelga para dejar testimonio de nuestro rechazo y malestar.
Tampoco una huelga que tuviera poco seguimiento aunque (o porque) se
pretenda de larga duración, que nos agote ante de tiempo y deje las manos
libres a la consejería para imponer sus planes y seguir golpeando a la
escuela pública.

Es necesario prepararse para una lucha larga, para mantener en el tiempo
una movilización sostenida hasta el logro de los objetivos. Hay que
impulsar un proceso intenso con el ánimo de ganar la pelea, no para calmar
ninguna mala conciencia. Hay que estar dispuestos a invertir en esta lucha
para poder evitar un mayor deterioro de la enseñanza y un retroceso
continuo de nuestros derechos. Ante un ataque de esta magnitud, la
movilización debe ser todo lo contundente y masiva que seamos capaces de
organizar. El único límite a la movilización es que no la siga el
profesorado de forma masiva.

Firmeza, por último, para resistir las presiones que los equipos
directivos y profesorado vamos a recibir desde la consejería y de las DAT
para intentar pinchar las protestas y conseguir que arranque el curso con
su “normalidad”. También las que puede recibir el profesorado de
determinados equipos directivos en la misma línea

2. Unidad: unidos se gana o se pierde menos, divididos se pierde siempre

Es tan claro lo anterior que la unidad debe de ser la apuesta prioritaria.
Unidad en los objetivos, en la propuesta y en la movilización. Y ello pasa
por construir una plataforma de mínimos irrenunciables, consensuada por
todos. También por proponer de común acuerdo las acciones e iniciativas
movilizadoras con la suficiente contundencia para conseguir los objetivos.

Unidad de todos los sindicatos en torno a un planteamiento de
movilización, tanto de los que están en la junta de personal como los que
no, sean más progresistas o más corporativos, necesitamos el concurso de
todos. De las Plataformas locales por la Escuela Pública y de los
movimientos progresistas como el 15-M, que también tiene que decir y
aportar en esta lucha. De unidad de todos los niveles y colectivos de la
educación, si bien ahora el ataque principal es la enseñanza secundaria.

Pero sobre todo unidad del profesorado. Y la clave para ello es aunar a
todo el colectivo en torno al objetivo de defensa de la enseñanza pública.
Para ello hay que aproximar las dos dinámicas ahora existentes; la de las
asamblea masivas, mucho más encendida y con más recorrido en el debate y
en la conciencia de la situación, y la de los centros, más relajada y con
los deberes por hacer. Esta situación exige prudencia, respeto por los
ritmos y un gran esfuerzo de debate, convencimiento y suma de fuerzas para
que no se produzca una escisión del colectivo.

Cualquier profesor/a, independientemente de su ideología, preferencia
política, voto partidario debería coincidir en este minimo minimorum de
“Escuela Pública de tod@s y para tod@s” como simbolizan las verdes
camisetas de Vallecas. Esta unidad solo es posible conseguirla con una
práctica muy participativa, con las consultas permanentes a los claustros,
con un sistema de funcionamiento asambleario, con una estructura
organizativa democrática desde abajo y que culmine en una Asamblea General
de Centros Públicos y en una Coordinadora de representantes de las zonas
donde también estén los sindicatos que apoyan las movilizaciones y que
combine representatividad y operatividad. Además de mucha paciencia en los
debates, ausencia de sectarismos y máxima búsqueda de consenso. Unidad,
también, para dar salida al conflicto, consultando para ello al
profesorado que participe en las movilizaciones.

Unidad, por último, pero la de mayor importancia de toda la comunidad
educativa: familias, profesorado y alumnado. No se trata de que las
familias apoyen al profesorado, sino de que sean ellas las que se
movilicen en defensa de una escuela de calidad para sus hijos e hijas, y
luchen codo a codo con el profesorado. También el alumnado debe de buscar
las fórmulas de su participación por los mismos objetivos generales, a
través de sus organizaciones representativas y desde los mismos centros.

Una manera de trabajar la unidad y la participación puede ser someter a
una rápida y general consulta-referéndum al profesorado de secundaria la
primera semana de septiembre con preguntas muy sencillas: 1º. Estás de
acuerdo o en contra de las instrucciones de principio de curso 2011-2012
para los centros público docentes no universitarios, de fecha 4 de julio
de 2011? SI/NO; 2º. ¿Estás dispuesto a movilizarte para su retirada y en
defensa de la Escuela Pública? SI/NO; 3º. ¿Qué tipo de movilización te
parece más adecuada? HUELGA/ MANIFESTACIONES/ OTRAS, y aquí se debe de
abrir el debate sobre el tipo d huelga . La respuesta que dé el
profesorado a la primera pregunta no es baladí: dejar constancia de un
amplísimo rechazo a las instrucciones nos cargaría de razón y dejaría sin
argumentos a una consejería que siempre intenta desautorizar las
movilizaciones hablando de baja participación y a la que le sobra cara
para decir que el profesorado está de acuerdo con el esfuerzo. Las
respuestas a las otras preguntas permiten abrir un rico debate en los
centros y darían una radiografía sobre el estado de indignación y de
compromiso del profesorado para movilizarse, sobre las formas concretas
que debería de adoptar la movilización, además del protagonismo que se
cede a los sujetos activos de la lucha. Y, por último, obliga y compromete
a los sindicatos, a las plataformas, a los claustros y asambleas de
profesores a organizar la consulta para llegar a todos los centros,
desarrollar el debate y respetar los acuerdos.

3. Inteligencia colectiva, como factor de enriquecimiento de la lucha

Inteligencia para construir un discurso que se gane a la opinión pública
sobre la justeza de las reivindicaciones del profesorado. Que sitúe las
causas del conflicto, situando la calidad educativa y los despidos (pues
no son otra cosa) de miles de profesores y profesoras competentes como los
puntos principales. Que explique que en España según los últimos datos
PISA hay tres veces más alumnos por aula que en los países de cabeza; que
el sueldo de un profesor es la mitad que en países como Alemania, Reino
Unido y Francia; o que mientras que en Finlandia la autoridad hacia los
profesores es algo sagrado, aquí Aguirre y Figar les denigran,
desautorizan y prácticamente les llaman vagos. También es necesaria una
campaña de información permanente para convencer a la sociedad de la
necesidad de que la salida de la crisis se haga priorizando mayor
inversión en educación para reducir el fracaso escolar.

Inteligencia colectiva es gestionar bien la participación en las asambleas
a todos los niveles, las propuestas y medidas que surjan, la creatividad
del movimiento, etc. Creo que también se expresa en ámbitos de encuentro
como determinados foros como el de la DAT Sur, ejemplo de debate abierto,
de creación de iniciativas imaginativas, para resolver dudas, darse apoyo
mutuo y mantener el ánimo.

Desmontando la demagogia de utilizar a los empleados públicos, y más en
concreto al profesorado, como el chivo expiatorio de sus agresiones,
utilizando estereotipos e imágenes absolutamente injustas sobre la
cantidad y la calidad de nuestro trabajo. En la asamblea alguien apuntó el
dato de que según la UNESCO una hora de trabajo de profesor equivale a 3
horas de otros tipos de trabajo; en cualquier caso, es obvia la gran
responsabilidad laboral y social que tiene educar y enseñar al alumnado de
treinta en treinta.

Para sumar aliados: familias, estudiantes, otros sectores sociales,
laborales y políticos. Explicando las consecuencias prácticas de los
recortes en la calidad docente: retroceso en las tutorías, menos
profesores para educar a sus hijos, educación menos personalizada y con
menor atención a la diversidad por los escasos recursos, más dificultades
para las actividades extraescolares, menos entrevistas con las familias,
etc.

Y, muy especialmente, inteligencia para planificar las movilizaciones de
tal manera que se minimice el coste económico y personal y se optimice la
repercusión social. Hay que evaluar la potencialidad de movilización
realmente existente para usarla a lo largo del primer trimestre del curso
y mantener el conflicto vivo y abierto hasta conseguir los objetivos,
evitando que se agote rápidamente.

En la asamblea salieron varias propuestas de huelga: un día (14-S) y
evaluar y seguir convocando, indefinida, de martes-miércoles y jueves…
Entiendo que planteen mayor dureza en la movilización los compañeras/os
interinas/os, por lo general grandes profesionales muy preparados e
infravalorados, que son imprescindibles para el funcionamiento del sistema
educativo y que tienen el valor de seguir peleando por este oficio por
pura vocación tras varias oposiciones aprobadas; los valoro y respeto
tanto que muchas veces digo que es preferible un interino entusiasta que
un funcionario amargado. Por ello puedo comprender que digan: pelear por
nosotros todo lo que podáis, que nos hemos dejado la piel en la aulas codo
con codo, no nos dejéis tirados, no es justo. También respeto la posición
de compañeros/as que honestamente defienden, por ejemplo, la huelga
indefinida por considerar que es la mejor vía. Entiendo bastante menos
esta postura cuando tiene sesgos partidarios, de competencia
interorganizaciones o de tonto protagonismo para aparecer más puros que
nadie. Respeto la libre opinión, la buena voluntad o la ingenuidad, pero
no me gustan nada los pescadores en río revuelto.

Pero no estamos ante una cuestión de voluntarismo, sino de eficacia. En mi
opinión, la regla a seguir debe de ser: la más intensa movilización que
seamos capaces de realizar, asegurando la participación más masiva
posible. Y, desgraciadamente, suele darse una relación inversamente
proporcional entre ambición de la movilización y amplitud de su
seguimiento. Ello no aconseja situaciones del tipo: huelga indefinida con
bajo porcentaje de seguimiento, queman en pocos días el movimiento y el
proceso de lucha y porque por ello son poco eficaces. Yo no estoy por
principios en contra de la huelga indefinida, estoy en contra de que
seamos pocos los que la secundemos, porque de ser así se convierte en un
error. Temo las consecuencias de que se plantee sin un gran trabajo previo
de convencimiento y de gradualidad, de que se agote el conflicto a las
primeras de cambio, de que podamos ser derrotados rápidamente, de que no
podamos unir nuestras fuerzas a otras comunidades autónomas en una lucha
común contra los recortes (Galicia, Castilla La Mancha, Navarra…). Dicho
de otra manera, y espero que se entienda el símil, si en una partida de
cartas uno gasta sus triunfos en las primeras manos y son poco eficaces
porque te los pisa el contrario, antes de que acabe la partida ya la hemos
perdido. Lo que hay que calcular (y trabajarse también) son los triunfos
que tenemos en esta lucha y que los juguemos sabiamente y con la cabeza
fría.

Dosificando nuestras fuerzas, por ejemplo, estableciendo una cadencia de
acciones semanales coordinadas en todos los centros de secundaria: cada
semana debe de tener su afán y la coordinación le da más impulso colectivo
y más repercusión mediática. Por ejemplo, semana de la
consulta-referéndum, semana de divulgación de las reivindicaciones
(decoración del exterior de los centros con pancartas, fotos de los
profesores que faltan, reparto de octavillas a los vecinos, etc.), semana
de la convocatoria y asambleas con las familias, semana con huelga, semana
de constitución en asamblea permanente en los centros de toda la comunidad
educativa (algo así como “Nos desvelamos por la Escuela Pública”), semana
de huelga a la japonesa con acciones que demuestren que el problema no es
el aumento de la jornada sino la pérdida de miles de empleo y las
consecuencias negativas en la calidad educativa (clases por la tarde, en
las plazas de los barrios y pueblos, sábado de centros abiertos, etc.),
semana de grandes manifestaciones en las calles, nueva semana de huelga
esta vez de estudiantes, nueva huelga del profesorado, etc. Dando un
especial protagonismo y coordinación al colectivo de interinos que se
queda en la calle y al más de un millar de profesorado de expectativa sin
nombrar aún para sus destinos.

Inteligencia para situar el conflicto contra los recortes en la educación
pública madrileña (y en otras comunidades autónomas) en el debate de la
campaña electoral del 20 de noviembre. Los diferentes partidos deberían
pronunciarse, especialmente el PP ya que son ellos los responsables de lo
que pasa en Madrid. Parecía que Rajoy intentaba presentar una imagen de
moderación en la campaña electoral, no hablando de recortes sociales y sin
desvelar los aspectos más cortantes de su futura política. Pero debería de
explicar por qué su partido en Madrid realiza una cruzada contra la
enseñanza pública ensimismado en el bucle de su propia intransigencia
neoliberal

Ganar las elecciones no da patente de corso para desmantelar los servicios
públicos; mucho menos cuando en las campañas electorales se comprometen y
hablan de mejorar el reconocimiento social del profesorado, algo que está
en las antípodas de los despidos masivos, el recorte de derechos y la
selección negativa del alumnado con dificultades para los centros
públicos. Es más, si Rajoy se convence de que las medidas del PP de Madrid
le perjudican electoralmente, presionará para que sea retiradas unas
instrucciones que han desencadenado un importante conflicto social. Si en
algo son sensibles lo políticos es a la intención de voto y éste es un
campo no desdeñable si queremos ganar la pelea en defensa de la enseñanza
pública en Madrid. Trasladando la preocupación al profesorado del resto
del Estado por las políticas educativas que puede aplicar el PP si gana
las elecciones y permite las actuales agresiones en la comunidad de
Madrid, Castilla La Mancha, Galicia, etc.

Pero para ello hay mantener vivo y abierto en el tiempo el conflicto, sin
que se agote la capacidad de movilización del profesorado y de la
comunidad educativa en la primera semana del curso. Y la movilización debe
de ser gradual en el planteamiento. Considero que la primera huelga de
septiembre debería ser un día totalmente lectivo (mejor el 15 o el 20 que
el 14 de septiembre, que podría ser una Jornada de Protesta contra los
Recortes y en Defensa de la Escuela Pública, hablando los tutores con el
alumnado y dándoles información para sus padres sobre lo que está
sucediendo); las huelgas hay que hacerlas cuando el alumnado está en clase
y el profesorado en sus puestos de trabajo, más que por el impacto
mediático. Primero debería de ser en Secundaría por la retirada de las
instrucciones, que es donde hay más agresión, indignación y posibilidades
hay. Posteriormente debería de organizarse la movilización de forma
unitaria con todo el profesorado madrileño de la educación pública no
universitaria. Y lo antes posible habría que organizar la confluencia en
la movilización con el profesorado manchego, gallego, navarro, etc.,
convocando a una huelga estatal del profesorado, en torno al mes de
noviembre.

4. Ausencia de sectarismo y construcción de una dinámica de confianza

Por último, quiero referirme a los peligros que existen para el éxito de
la movilización. Es normal que Aguirre o la consejería anuncie que no
piensan retirar las instrucciones, que diga que son irreversibles para
comernos la moral y que intente dar sus “argumentos” para manipular a la
opinión pública y hacer política neoliberal anti sector público y
desacreditar a los empleados públicos. Aunque nos irrite, es su papel y no
debe de sorprendernos. Ya veremos si cambia o no su posición ante una
lucha masiva y bien planteada, porque esta agresividad que manifiestan
hacia el profesorado indican su preocupación porque ven que no les van a
salir gratis las agresiones. Creo que el problema no está ahí.

El principal riesgo, en mi opinión es que nosotros mismos echemos a perder
las posibilidades que tenemos de ganar esta lucha si no nos vacunamos de
varios aspectos negativos que aparecen frecuentemente en estos procesos:
el sectarismo, los intentos de manipulación y el falso radicalismo.

Pongo algunos ejemplos. Creo que no es de recibo el ataque permanente a
los sindicatos, generando desconfianza y división; no me han gustado la
intervenciones en la asamblea de algunas personas con un sectarismo
gratuito, alejado de los principios de tolerancia, inclusividad y
pluralidad que, por ejemplo, han informado al 15-M; tampoco me gusta la
patética visceralidad de alguna plataforma que si no divide al colectivo
es porque no puede; no me gusta el excesivo protagonismo que tienen las
estructuras sindicales en la Plataforma Regional por la Escuela Pública;
no tenía sentido seguir insistiendo en la huelga el 1 y 2 de septiembre
cuando no había consenso, no se podía debatir en agosto con todo el
profesorado y nos dividía en temas como qué hacer con el alumnado de 2º de
bachillerato.

Creo, que para evitar estas situaciones que debilitan al movimiento hay
que trabajarse la actitud y el método. Construir una dinámica de confianza
entre nosotros con mucha paciencia de todos y de todas. Desarrollar un
espíritu unitario y constructivo, reconociendo las diferencias que
pudieran existir e intentando integrarlas a través de la síntesis y el
sentido común. Siendo capaces de organizar el debate desde el respeto y no
desde la descalificación, buscando sumar y no restar. También hay que
acertar con el método de debate, de dirección del proceso y de toma de
decisiones, basado en los controles democráticos y en la amplia
participación.

La unidad es nuestra fuerza y quién la ataque debilita nuestra lucha. Por
ello habría que rechazar posturas que no aporten, que dividan y metan
cizaña entre el profesorado No son de recibo las actitudes que no se
ajusten a las normas más elementales de respeto y de coexistencia pacífica
y constructiva, por un intento de competir o por la existencia de viejos
fantasmas.

Creo firmemente que tenemos algunas buenas bazas (la rabia, el espíritu de
lucha, la posibilidad de nuestra unidad) para ganar esta batalla, pero
también tenemos riegos de perderla si no la planteamos como una lucha
larga, no somos muy finos en los planteamientos y no estamos muy unidos.
No olvidemos que se puede llorar por los rincones por no movilizarnos o
por no hacerlo bien y ser derrotados.

Claro que las huelgas no están garantizadas en sus resultados, como no lo
está que toque la lotería. Si luchamos podemos perder, pero si no luchamos
estamos perdidos. La lucha es por razones justas y por ello siempre merece
la pena, porque no se nos olvide: lo peor no es la injusticia sino la
falta de indignación. Va a ser compleja la situación de este otoño y la
consejería anuncia que no va a retroceder, pero tengo la convicción de que
si sabemos actuar con inteligencia, aunque no va a ser sencillo, podemos
ganar.

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