Fuente original: Ediciones Morata
Puede argumentarse que en tiempos difíciles es necesario recortar también la educación. Sí, pero la educación debe ser la última partida a recortar y, en todo caso, debe hacerse con equidad, es decir, contribuyendo todos, no siempre los mismos. ¿Responde a la equidad recortar los fondos públicos de nuestros colegios e institutos y no los fondos públicos asignados a la educación privada concertada? ¿Es justo recortar los fondos a la educación pública cuando al mismo tiempo se mantienen las desgravaciones fiscales a la educación privada, como ocurre en la Comunidad de Madrid?
Si hay que recortar, reajústense las prioridades presupuestarias, recórtense o elimínense los gastos de las campañas institucionales, las cuantiosas desgravaciones fiscales de todo tipo, las incontables subvenciones a fondo perdido, el enorme gasto de las televisiones autonómicas (en algunas comunidades hay dos o tres canales), y un innumerable y largo etcétera. De hecho lo que los recortes en educación reflejan es sólo la pobre prioridad que algunas comunidades asignan a la educación pública (no a la privada).
Recortar el gasto público es rebajar la inversión en educación que, desde hace muchos años, los economistas consideran una de las más productivas (un euro invertido en educación produce a la larga cuatro). La política de recortes pone en peligro los últimos logros alcanzados: por primera vez en muchos años el fracaso escolar, medido por la tasa de graduados en educación básica, ha bajado de un 31% en 2007 a un 26% en 2009 (cinco puntos porcentuales), y el abandono escolar temprano, es decir, la tasa de estudiantes que abandonan la formación postobligatoria -bachillerato y formación profesional de grado medio-, ha bajado de un 31,9% en 2008 a un 28,1% en 2010 (3 puntos y medio). La mejora de los dos indicadores más expresivos del sistema educativo se ha producido probablemente por las políticas de refuerzo del aprendizaje, apoyo, desdoblamientos de aulas, consolidación de la tutoría y de la orientación escolar, políticas que son las que están sufriendo más los recortes como consecuencia de la supresión de profesores (si el objetivo prioritario, dicen, es crear empleo, ¿se crea empleo despidiendo profesores?).
El efecto beneficioso del gasto público en educación no se produce de inmediato sino que necesita tiempo. Los recortes de ahora producirán a medio plazo un efecto nocivo. No se diga que el gasto no siempre produce calidad. Eso es cierto sólo a partir de un determinado umbral que nosotros no hemos alcanzado, olvidando que los mejores sistemas educativos, con los que queremos compararnos, invierten, desde hace lustros, entre un 6% y un 7% del PIB en educación (nosotros no llegamos al 5%).
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Manuel de Puelles Benítez Catedrático emérito de Política educativa (UNED) nos ofrece su esclarecedor punto de vista sobre este tema.
Manuel de Puelles Benítez ha publicado con Morata Problemas actuales de política educativa, obra incluida en la colección Razones y propuestas educativas.
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